Mar, Caballos y Redes: la danza ancestral de la pesca del camarón en Flandes

En las costas de Flandes, donde el mar del Norte acaricia la arena, se esconde una joya de la tradición belga: la pesca del camarón a caballo. Un espectáculo que fusiona la fuerza del mar con la elegancia de los caballos brabantes, robustos y fieles compañeros de los pescadores.

Esta práctica, que data del siglo XV, es más que una técnica de pesca; es un baile ancestral entre el hombre, el animal y el mar. Inicialmente realizada con bueyes y luego con mulas, la tradición encontró su verdadero ritmo con los caballos, capaces de resistir las olas y caminar por terrenos acuáticos.

Hoy, apenas 15 pescadores, incluyendo mujeres valientes, perpetúan este arte. No buscan la riqueza, sino mantener viva una parte de su identidad cultural. Cada salida al mar es una lección de historia, una lucha contra el olvido, una declaración de amor a su tierra.

Estas doce familias de Oostduinkerke participan en la pesca del camarón, cada una con su propia especialidad, como tejer redes o conocer los caballos de tiro de Brabante. Dos veces por semana en Oostduinkerke, excepto en invierno, los caballos de Brabante se hunden en el agua hasta el pecho y avanzan paralelos a la costa, tirando de redes en forma de embudo que mantienen abiertas dos tablas de madera. 

Una cadena raspa la arena para crear vibraciones que hacen que los camarones salten y entren en la red. Los pescadores vierten sus capturas en las cestas sujetas a los flancos del caballo. 

Posteriormente los camarones se cocinan y se comen. Un buen conocimiento del mar, una franja de arena adecuada y un alto grado de confianza y respeto por el caballo son fundamentales para los pescadores. Esta tradición proporciona a la comunidad un fuerte sentido de identidad colectiva y juega un papel central en eventos sociales y culturales, incluido el Festival del Camarón de dos días de duración, que la comunidad local prepara durante meses, construyendo carrozas, organizando espectáculos callejeros y confeccionando disfraces. 

En una competición participan cientos de niños, a los que se les introduce en la pesca del camarón, y la procesión del camarón atrae a más de 10.000 visitantes. Los pescadores de camarón operan según los principios de valores culturales compartidos e interdependencia: los más experimentados enseñan técnicas a los principiantes y comparten con ellos sus conocimientos sobre redes, mareas y corrientes.

La UNESCO, en 2013, reconoció esta práctica como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Pero más allá de los títulos y la fama, para los pescadores de Oostduinkerke y para los belgas, es un tesoro vivo, un recuerdo constante de su conexión con el mar y la naturaleza.

Cuando los pescadores regresan a la orilla, con sus redes llenas de camarones, no solo traen consigo un manjar del mar; traen historias, tradiciones y un legado que se niega a desaparecer en las páginas del tiempo.

Visitar Flandes y ser testigo de esta danza milenaria es sumergirse en un mundo donde el pasado y el presente se encuentran, donde cada ola cuenta una historia y cada paso de caballo dibuja la identidad de un pueblo.

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